jueves, 3 de abril de 2008

El Borde Sur


La noche todavía era fresca. Aunque Abril estaba a la vuelta de la esquina, y los días eran cada vez más cálidos, por la noche corría una leve brisa que obligaba a ponerse alguna prenda de abrigo. A la hora a la que Trevor solía volver los fines de semana, la temperatura estaba en su mínimo.
Trevor se sorprendió bastante cuando se encontró a su compañera de piso levantada.

- ¡Ah!. ¡Aún estás aquí!. Son casi las 4 de la madrugada, qué raro verte aún despierta.

-Hola, Trevor. Hoy no tenía sueño, no me apetecía meterme en la cama. ¿Qué tal te lo has pasado?.

-Bien, sólo hemos estado cenando algo y dando una vuelta.

Había una ventana abierta por la que entraba aire fresco. A lo lejos sólo se veía la oscuridad y alguna luz de la entrada de las casas que estaban aisladas en medio del campo, como pequeñas salpicaduras de tinta en un folio en blanco. Trevor volvió a mirar a su compañera después de dejar las llaves y el reloj sobre la mesa. Percibió algo extraño, algo más allá del ya inusual hecho de que ella estuviese despierta sin hacer nada a esa hora. Tenía la sensación de que ella no quería acostarse esa noche, como si estuviera esperando a terminar alguna actividad pendiente del día, y esa sensación se extendía llenando la habitación hasta hacerle sentir que él era el responsable de que su actividad pendiente, fuese cual fuese, se llevase a cabo.
Tras volver de la cocina, que también se hallaba invadida por la misma sensación, flotando en cada centímetro cúbico de aire, se acercó a la ventana y preguntó sin girar la cabeza:

-¿No te vas a acostar?. Me sigue extrañando verte aquí aún.

Sus últimas dos palabras casi fueron interrumpidas por la voz de ella, que pronunció la frase rápidamente, como quien ha estado preparándose un discurso que le genera ansiedad:

-Si no tienes mucho sueño podríamos ir a dar un paseo. Me gusta andar de noche por zonas donde no hay nadie. O conducir, es igual.

Trevor sólo se extrañó de la propuesta a un nivel muy superficial. En las capas más profundas de su consciencia era como si hubiera estado esperando esa frase. Sin embargo, habló con indecisión, su voz irregular denotó su titubeo, quizá porque en aquel momento, como tantas otras veces, quien ponía las palabras era la capa más superficial de su ser.

-Emm...bueno...está bien, lo cierto es que yo tampoco tengo sueño.

Ella se levantó del sofá, donde había estado todo ese tiempo sentada, con las piernas flexionadas y abrazando sus rodillas. Se fue a vestirse a la habitación y volvió en apenas 5 minutos. Ambos salieron por la puerta.

-¿Quieres andar por alguna zona en concreto?.

-Pues...ahora que lo dices...creo que prefiero que nos alejemos un poco del poblado. Podríamos coger el coche e ir hasta donde no hay más casas.

A Trevor todo aquello le seguía extrañando, pero por primera vez en mucho tiempo, una parte de sus capas más profundas invadía y se entremezclaba con las superficiales, haciéndose visible a su propia consciencia de sí mismo. Notaba cómo aquella situación pasaba de extraña a cómoda y de cómoda a agradable por momentos, sin entender muy bien por qué. Una vez entraron en el vehículo, Trevor se quedó pensativo durante un instante y al fin dijo:

-¿Sabes?. Por la carretera que va hasta Aaland hay un lugar que me gusta mucho. Hay una zona que está en alto, una pequeña colina. No está lejos de aquí. Cuando es de noche y pasas por ahí, si te fijas bien en el horizonte, se ve el parpadeo de las luces del Borde. Un destello único, 2 segundos de oscuridad, 5 destellos conjuntos. Si te fijas y la noche está despejada se ve. ¿Te gustaría ir a verlo?.

-Sí, me encantaría.

Llegaron hasta la colina y dejaron el coche a un lado de la carretera. Sentados en un pequeño risco, con la brisa acariciando sus caras, miraban a lo lejos.

-Tenías razón...aquellas lucecitas que parpadean en el horizonte son las luces del Borde. Estamos muy cerca del Borde Sur, pero nunca hasta ahora las había visto.

-Pues ya las ves. Algo bueno tenía que tener vivir aquí, tan lejos de todo, al lado del Borde. - Trevor respondió con una sonrisa.

-¿Nunca te has preguntado cómo debe ser estar al otro lado?.

-Alguna vez lo he pensado, pero...no creo que sea muy agradable. No hay atmósfera más allá de los Bordes. Nadie puede sobrevivir allí.

-Lo sé, lo sé, pero...lo que quiero decir es...imagina que pudieras...que pudieras vivir ahí, que hubiera atmósfera o que no necesitases respirar. Imagina que pudieses simplemente ir, ir a ver qué hay más allá de esto, de todo, de todos. Quizá no hubiese más que lo que se supone que hay, un desierto enorme sin vida alguna...pero piensa que quizá encontraras algún lugar hermoso, más de lo que nunca habías imaginado. Entonces quizá podrías vivir allí, quizá podrías quedarte y no volver a entrar. Quizá haya otro mundo nuevo más allá del Borde. No te estoy diciendo que te lo creas, todos sabemos que no hay nada. Sólo te pido que lo imagines.

Trevor estaba sobrecogido, al mismo tiempo fascinado y aterrado, como un adolescente que está a punto de hacer el amor por vez primera. Es como si hiciera tanto tiempo que no imaginaba nada más allá de lo cotidiano que hubiera olvidado qué se sentía al permitir que la fantasía anegara su conciencia. Tras un largo silencio, dijo:

-Creo...creo que quizá tengas razón. A lo mejor esto no es todo cuanto hay. A lo mejor existen otros mundos. Quizá estén más allá del Borde, o quizá estén aquí, entre nosotros, en cada centímetro cúbico de este aire que respiramos. En el agua, en la luz, en las cosas que no se olvidan. En todo cuanto hacemos. Quizá esos mundos estén dentro de nosotros mismos.

-Trevor...

-¿Sí?.

-Creo que estás luces...son lo más hermoso que he visto nunca. Las Luces del Borde Sur.

FIN

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bonitooooooo!!!me ha encantado,que envidia me das, que bien escribes. Te vas superando!!!Espectacular!!!!

Totoro dijo...

Me dejas a medias. No lo puedes acabr así. Quiero saber más. Siempre ubicas a los personajes en sitios extraños, que pasa con los lugares comunes, de toda la vida.
Muy bien escrito, soo pensando que deberías tomartelo más en serio.

George dijo...

Gracias a los dos. Esto ha sido una "historia mínima" en su máxima expresión: desde el principio se me ocurrió como algo breve y así ha sido. Me gusta situar las historias en lugares extraños, lejanos o irreales; en general, en situaciones que sólo son posibles en la fantasía...al menos de momento. Me gustan esos escenarios, de hecho creo que nunca o casi nunca he imaginado un relato situado en un lugar cotidiano, o al menos realista.
Y además, creo que situar las historias en ese tipo de escenarios no impide poder contar cosas que pueden extrapolarse a la vida real.

De todas formas, si te has quedado con ganas de saber más de Trevor y su compañera de piso sin nombre consideraré la posibilidad de hacer un spin-off, o simplemente una continuación, dentro de un tiempo jeje.