La vida es una sucesión rápida y continua de decisiones. Las opciones que vamos tomando, los interruptores que pulsamos, las manijas que giramos, resuenan en nuestra vida y en la de los que nos rodean, configurándolas, y, al final, definen lo que somos. Y todo cuanto somos y lo que hemos vivido está aquí, en nuestras conciencias. Esos momentos juntos, paquetes discretos de felicidad que habitan dentro de nosotros, son la fuerza invisible que nos mantiene unidos. Y que nos anima a seguir andando.
viernes, 31 de octubre de 2008
El Artista Del Alambre
Ayer hubo una nueva parada contenida en el Ciclo Maratón de Conciertos Sin Fronteras iniciado allá por Septiembre con los chicos de Chris Martín. Esta vez era el turno de Amaral, dúo Zaragozano que se encuentra en estos momentos en la cresta de la ola. Comentar que en este concierto compartido con Paloma & Company sufrimos una ataque de valentía, padecimos una regresión a los 17 años y decidimos vivir el concierto en pista, con todos los frikis de Amaral que disfrutaban del concierto como sí estuviesen en el salón de su casa donde el espacio vital es ligeramente mayor que el que ayer había en el Palacio de los Deportes. Pronto nos dimos cuenta que los años pasan y que por lástima los 17 años se perdieron como lagrimas en la lluvia.
El agobio fue evidente, entre los paseos de MochilaMan con su barril colgado a la espalda, los frikis y sus bailes pensando que imitan bien a Evita Amaral, culos elevados al viento y técnicos de cámara ataviados con sus aparatos pasando entre el gentío a 5 minutos que empezara el espectáculo (digo yo que se podían haber colocado antes). Fue una pena porque todo ello impidió que el concierto fuera más agradable.
El concierto en sí fue genial, 2 horas y media larga de música sin descanso y con una Eva Amaral totalmente entregada (tengo entendido que es posible que saquen en DVD el concierto). El espectáculo comenzó con unas luces rojas intensas, una música aparentemente compuesta por algún indio americano y todos los asistentes con un antifaz de forma felina que entregaban en la entrada, vamos que parecía que iba a comenzar una orgía salvaje al más puro estilo Eyes Wide Shut de Stanley Kubrick. Empezó a sonar Kamikaze, el primer single del nuevo disco y le siguieron 28 canciones que se distribuyeron entre las del nuevo disco y las míticas de los anteriores (Sin tí no soy nada, Resurreción, Como Hablar y un largo etc...). En definitiva, una buena experiencia a pesar de todo.
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