jueves, 3 de noviembre de 2011

Un poquito de poesía




El que se va


Encontrarás frío.
Encontrarás calor,
algunas veces.

Conocerás el silencio,
notarás el aire que sobra,
el espacio que te oprime,
las flores que jamás florecen.

Verás la lluvia,
casi siempre tras los cristales,
de aviones, trenes, oficinas
y sobre todo,
de habitaciones de hoteles.

Encontrarás también páginas
vacías en las agendas,
y llenas en el Boletín Oficial
de la Esperanza y el Deseo,
que se publica cuando amanece.

Conocerás las esquinas, los cuadros,
los agarradores de las puertas,
que erosionarás con la mirada
cuando ya hayas desgastado el televisor
y las horas aún cubran las paredes.

Hallarás muecas como solares,
palabras como desiertos de hielo,
corazones como muros de concreto;
sonrisas no, porque no serán sinceras
las pocas que te entreguen.

Conocerás la soledad.
Y después, la nada.


El que se queda


Dime tú, ¿qué haré?
¿Qué haré cuando te vayas,
cuando llegue la hora de marcharte,
cuando remontes el vuelo?

Dime tú qué será de mi
cuando en un asiento de ventana
de algún Airbus 319
pises esa lámina de acero
que llamamos cielo.

Dime, ¿cómo será la vida?
Dime cómo será el vacío
que dejes; de qué color
(negro, por supuesto)
será el inmenso agujero.

Dime tú qué haré
cuando ya no haya esperanza
de encontrarte tras una esquina,
de cruzarnos en el mercado,
de viajar contigo en el metro.

Porque cuando no hay esperanza
ya no hay nada;
es baldío el suelo,
es plomo fundido el aire, es gas tóxico
el olor a tierra mojada,
y hay trece meses de invierno.

Quedaré aquí,
donde siempre estuve.
Quedaré entre este aire taciturno
que cada tarde parece
susurrar un blues.
Quedaré sin tu verdad,
quedaré
sin tu mentira,
y sobre todo
sin tu luz.


P.D.: La palabra concreto en el primer poema es una "frivolité" que me he marcado. Así es como se llama al hormigón en Argentina y Uruguay.