domingo, 18 de noviembre de 2007

El adaptador universal de viaje (I)


15 de Noviembre
3:47 AM

-Hola.

-Hola. Dime, ¿qué te parece?.

-Creo que está en alguna parte, más allá del mar.

-Sí, eso creo yo también.

Tiempo soleado y sensación térmica agradable
12:21 PM

-Uuuuahhh.

Lorenzo abría los ojos con un enorme bostezo que parecía hecho a propósito para intentar absorber toda la luz solar que entraba por esa especie de ventana a su derecha. Miró de reojo el reloj despertador digital sobre la mesilla y se sintió bien al ver la hora. No recordaba cuándo había sido la última vez que durmió tanto y tan bien. Se sentía muy descansado.
Se incorporó despacio hasta sentarse sobre la cama, los pies en el suelo, donde reposaba una alfombra mullida sobre el parquet de madera. Su vista ya se había adaptado a la luz, así que miró fijamente a través de aquello que parecía una ventana y sólo acertó a ver apenas dos o tres nubes blancas proyectadas sobre un cielo azul intenso. Eran como dibujos, como pinceladas de bordes difusos. Se levantó, abrió la ventana y comprobó con agrado que la temperatura exterior no difería ni un ápice de la interior, completamente confortable.

La habitación tenía las paredes de un color crema muy claro, y dentro había una cama individual con el cabecero de madera, dos mesillas a los lados, la ventana en el lado izquierdo (mirando desde la entrada), unas cortinas de color granate con visillos blancos y un mueble con cajones y un gran espejo justo en el lado opuesto a la cama. También había un pequeño escritorio, una silla y del techo colgaba una lámpara amarilla con una bombilla de color blanco fluorescente.

Lorenzo sentía un bienestar como hacía tiempo no recordaba sentir. Se quedó de pie, absorto en la visión del paisaje tras el cristal, y repentinamente giró la cabeza, fijándose en una de las mesillas. Su mirada se apoyó suavemente sobre un pequeño objeto de plástico y metal, con forma de pentágono. Lo miró fijamente.

-Creo que ha llegado el momento - dijo para sí mismo.

Bajó las escaleras en pijama y zapatillas, con un paso lento pero impaciente, hasta llegar a la cocina. Alba estaba sentada en una de las sillas plegables, con las piernas encogidas y los pies apoyados sobre la propia silla. Sostenía una taza de café en la mano izquierda, y sus ojos verdes se veían más claros de lo normal, por efecto de la luz del sol que le rozaba la cara. Su mirada dejó de enfocar a infinito cuando Lorenzo entró por la puerta.

-Buenos días, Alba.

-¡Buenos días!. ¿Qué tal has dormido?.

-Muy bien.

Lorenzo meditaba sobre como volcar en el aire las ideas que revoloteaban por su cabeza mientras se servía un café. Cuando se dio cuenta de que Alba lo miraba fijamente, se dio la vuelta y decidió que ese era el momento de empezar a hablar.

-Creo que me voy a ir. Creo que este es el momento de empezar los viajes, quiero hacer el primero ya. No quiero esperar. Quiero volar lejos.

Alba frunció el ceño, aunque sin demasiado esfuerzo. En realidad se lo esperaba, y nada de lo que estaba oyendo le sorprendía en absoluto. Sabía que ese momento llegaría, tarde o temprano, y parece que ya estaba aquí.

-Si es lo que quieres, si te hace ilusión, y puedes hacerlo...está bien, entiendo que lo hagas. ¿Marcarás los enchufes que vayas utilizando de alguna forma?.

-Sí. Me llevaré el adaptador, y con un rotulador pequeño haré una señal en cada enchufe diferente que utilice, hasta haberlos probado todos. Los cinco enchufes. Los cinco continentes. Lo haré, sé que lo haré.

(Continuará)

3 comentarios:

JugonTrucks dijo...

Gonito gonito. Si no te conociera pensaría que eres un escritor americano

George dijo...

Jaja. Gracias, gracias, me llena de orgullo y satisfacción ver que una persona en el mundo lee mi "obra". La idea para este minirelato (que tendrá unos 7 capítulos) la tuve estando en Nueva York, y posteriormente se me han ocurrido otras cosas que he ido incorporando.

Totoro dijo...

Muy gonita.....