viernes, 5 de enero de 2007

Babel (George Version)


Que González Iñárritu sabe hacer buen cine es algo que ya sabíamos. Ya lo vimos con sus anteriores "21 gramos" y "Amores Perros". Que Iñárritu tiene cierta tendencia al cine de historias cruzadas es algo que también habíamos podido constatar.
Pues bien, "Babel" no es otra cosa que la culminación final de esa tendencia; es, por definición, una película de historias cruzadas, que cumple con todos los cánones de ese subgénero, y que, en este caso, queda encuadrada dentro del drama.

"Babel" arranca in medias res, comenzando el relato por una de sus historias como podía haber comenzado por otra cualquiera. Y digo bien, podía haber comenzado por otra cualquiera y ello no hubiera alterado en absoluto el sentido del film, y es que "Babel", si algo tiene, es una estructura perfecta, un continuum de piezas de un rompecabezas brillante en su concepción, una red de cintas de Moebius sin fisuras ni callejones sin salida. Esa estructura consigue transmitir de forma perfectamente eficaz el mensaje global del film, reforzado por lo acertado de su título, dando como resultado un desasosiego en el espectador, que abandonará la sala con la impresión de haber contemplado, durante algo más de dos horas y veinte minutos, una panorámica a vista de pájaro del mundo y su cruda realidad.

Para ello, Iñárritu se sirve de un conjunto de actores que ejecutan sus movimientos como bailarines en una compleja coreografía, dejando a un lado el lucimiento personal para favorecer la transmisión colectiva de la idea.
Todos ellos resultan bastante creíbles, sin que ninguno sobresalga mucho por encima del resto (dejando a un lado, claro está, las diferencias interpretativas que se pueden achacar a la experiencia), que es precisamente lo que necesita el film. Su trabajo es correcto, limpio y preciso, y en general todos se encuentran cómodos con lo que están haciendo, desde Brad Pitt y Cate Blanchett (especialmente el primero) metidos en su papel de matrimonio que atraviesa verdaderas situaciones límite, hasta una Rinko Kikuchi que protagoniza la única historia con fisuras de la película, pasando por un Gael García Bernal mucho más natural que el que pudimos ver en "La Mala Educación".
Mención especial merecen los niños, Elle Fanning y Nathan Gamble, que hacen gala de una solvencia excelente incluso en los pasajes más complicados del guión.

Sin embargo, y tras estos merecidísimos elogios, cabe decir que "Babel" también tiene algunas carencias, y muy concretamente una que no puedo pasar por alto. Los titánicos esfuerzos de Iñárritu por construir un todo, un conjunto mayor que la suma de sus partes y transmitir, con cada frase, gesto o situación, una palabra de una frase de orden superior, también tienen efectos secundarios. Esta "globalización" de todo lo que ocurre en el film, ese empeño por demostrar al espectador que las historias que están pasando ante sus ojos son en realidad las piezas de su genial rompecabezas conceptual, reduce tanto la singularidad de cada situación y, sobre todo, la profundidad de cada personaje, que estos terminan resultando planos, sin fondo, vacíos como marionetas de cartón en un guiñol, que representan un guión perfecto pero que no por ello dejan de ser marionetas de cartón.
"Babel" tiene un aspecto precioso pero sin relieve, y su dramatismo nos llega como visto a través de un enorme telescopio, porque todo lo que ocurre en la película se encuentra a años luz del espectador. Y ese efecto, probablemente la única sensación negativa que un servidor tuvo sobre el film, es precisamente debido a las limitaciones que el guión impone a la profundidad de cada personaje.

Con esto y todo, "Babel" es una muy buena película que nadie debería perderse ahora que está exhibiéndose en las salas españolas, y muy merecedora de los galardones que ya ha recibido y los que probablemente le queden por recibir.

1 comentario:

Totoro dijo...

Ya me explicaras porque la historia de Rinko Kikuchi tiene fisuras, para mi es la mejor de las cuatro.
Pienso que la película deja unos posos espesos en el espectador que se van desaciendo a medida que la va digeriendo, que va recordando fotogramas que dicen mucho más de lo que se aprecia cuando se contempla por vez primera la película.
Iñárritu no se equivoca al globalizar las situaciones y buscarles un nexo de unión.
El mensaje es revelador y esperanzador a la vez.