viernes, 24 de abril de 2009

Artistas

Este es un artículo de Rodolfo Serrano que a todos a los que les guste la música sin artificios agradecerán

Artistas - Rodolfo Serrano

Es algo más que un hecho curioso y que tiene mucho que ver con la atención que los medios dedican a la cultura. Desde hace ya largas semanas, los principales medios nos están hablando de la aparición del último disco de una cantante que, entre sus virtudes, tiene, en la mejor tradicion USA, la de llevar el nombre de un estado norteamericano, escasa voz, vacío en sus mensajes, indumentaria extravagante de quinceañero a sus cuarenta y tantos años, y, sobre todo, un talento indiscutible para la promoción y el compadreo con los profesionales del periodismo. Y, en el fondo, hace bien. Qué coño.

No digo que no sea un fenómeno mediático. Que lo es. Pero es un fenómeno que, como digo, dice mucho sobre la situación de la industria musical. Y sobre los valores que priman en los medios de difusión. En la misma semana he llegado a ver hasta cuatro reseñas (entre entrevistas y artículos) en medios de la misma sociedad de comunicación. Son un misterio las razones que llevan a los profesionales de estos medios a difundir ésta y no otras obras.

Vaya por delante que creo en la libertad de cada uno para actuar según sus propios criterios, aunque choquen con lo que la lógica pide. Y no me atrevo a creer que todo lo muevan otros intereses distintos a los culturales. Pero dicho eso, habría que preguntarse por qué otros artistas que llevan años tratando de sacar la cabeza, trabajando por ofrecer productos de calidad ante la indiferencia de críticos y de empresas de comunicación.

Son chavales y chavalas que llenan los bares con letras y música de calidad, que se editan sus propios discos, que sobreviven valientemente dejándose la piel en cada actuación, en cada canción, en cada CD editado trabajosa y audazmente. Ahí están Manuel Cuesta, Antonio de Pinto, Ángel Petisme, Alfonso del Valle o el propio Marwan o Javiér Álvarez, sólo por citar algunos, que buscan incansables ese vuelo poético y artístico y que no consiguen ni la más mínima reseña o, como en el caso de Álvarez, aparecen más como una curiosidad que como un auténtico suceso informativo y cultural.

No vale decir que la una vende y llena sus conciertos y eso justificaría tanto despliegue, porque difícilmente gente como la citada más arriba tienen la oportunidad de ser conocidos fuera de un reducido ámbito, cuando nunca aparecen en los medios. Si alguno de ellos hubiera tenido la oportunidad de aparecer en portadas de suplemento, en entrevistas radiofónicas o en las tertulias de la tele, probablemente su repercusión sería otra muy distinta.

Cualquiera de los citados aporta bastante más a la reflexión, a la cultura y a la sociedad con una sola canción que las doce o catorce del CD de moda. Pero, en fin. Ellos siempre tendrán esa dignidad de quienes han hecho del arte un oficio y de la canción un instrumento para conseguir una sociedad más humana y para dejar constancia de que algo se mueve en los bares pequeños, en los conciertos de centros culturales, en la poesía. Por mucho que los grandes medios de información quieran ignorarlos y mirarlos por encima del hombro, ellos saben que están en el corazón de mucha gente.

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